06 Grado-Grandas de Salime

Etapa 6: Grado-Grandas de Salime
Distancia: 99 Km
Hora inicio: 8.00 h
Hora final: 21.30 h
Velocidad media: 10,1 Km/h
Desnivel acumulado: 3.517 m
Tiempo sobre la bici: 9h 53 min.
Mapa y Perfil de la Etapa 6: Grado-Grandas de Salime


No tengo costumbre desayunar nada más levantarme pero con las molestias que se han tomado los hospitaleros y lo agradable que ha sido la estancia, decido tomármelo con tranquilidad y disfrutar un poco más de una interesante conversación mientras me tomo un café.
El albergue no tiene ninguna zona protegida para guardar la bici, no obstante, los hospitaleros hicieron lo que fuera necesario para que la máquina durmiera a cubierto, aunque fuera en medio del salón.
Después de agradecer el trato recibido abandono el albergue. No sin antes abrigarme y ponerme toda la ropa disponible puesto que la mañana está algo más que fresca. 
Nuevamente el día ha amanecido triste y gris, y cuesta horrores ponerse en marcha y entrar en calor. Nada más salir de Grado se deja el asfalto y se entra en un camino en fuerte subida que nos devuelve a la realidad de este Camino, aunque sólo va a ser por un momento breve porque enseguida el camino vuelve a estar asfaltado. Para ir calentando motores los primeros 5 Km son en ascenso, hasta superar el alto del Fresno, aunque el entorno no puede ser más espectacular. 
Lo bueno es que todo lo que sube tiene tendencia a bajar y así, una vez superado el alto tenemos un tramo de sosiego hasta llegar a Cornellana, después de cruzar el río Narcea, que también da nombre al valle. En el descenso, después de pasar San Marcelo el Camino entra en una frondosa senda que discurre junto al Arroyo del Fresno y donde encontraremos las bucólicas ruinas del Molino de la Reaz envuelto en vegetación. 
Ruinas del molino de la Reaz

Igual que los últimos días me cuesta coger ritmo, me lleva 1 hora hacer estos primeros 10 Km hasta Cornellana. Realmente con las mañanas así de grises y con este relativo frío no logro entrar en calor y voy despacio. También porque con lo largas que son las etapas conviene no cebarse al principio y pagarlo al final del día. 
Al salir de Cornellana se cruza el río Nonaya, poco antes de que desagüe en el Narcea, y se llega al bonito Monasterio de San Salvador de Cornellana donde lo justo me detengo para hacer una foto ya que me encuentro un poco destemplado.
Cornellana. Monasterio San Salvador
En las inmediaciones del Monasterio alcanzo a los peregrinos que han hecho noche conmigo en el albergue y han salido bastante antes que yo, cuando apenas había amanecido.
Hoy será la etapa reina de este Camino, vaya o no por la ruta de Hospitales, así que tras dejar atrás Cornellana el recorrido se vuelve cuesta arriba prácticamente en su totalidad, salvo algún que otro pequeño descanso. No obstante, a pesar de lo que marca el desnivel acumulado, la etapa no se me hizo especialmente dura hasta llegar al comienzo de la Ruta de los Hospitales. Aunque que conste que no quiero decir que sea nada fácil.
Pero todavía queda mucha etapa para llegar ahí. De momento voy camino de Salas, atravesando pequeños núcleos urbanos que no llego a saber si son pueblos en sí, barrios o simplemente casas aisladas. El recorrido es para disfrutar, además de estar rodeado de un entorno espectacular, tiene innumerables hórreos, algunos de ellos realmente bonitos.

Y así, dos horas y 20 Km después de haber salido de Grado, alcanzo Salas, con el día amenazando lluvia, y sin haber entrado en todavía calor. 
Salas. Colegiata Santa María la Mayor
Me sorprende Salas, es un pueblo muy bonito. Compro algo en una tienda y me dirijo a la plaza de la iglesia a almorzar tranquilamente, a pesar de que el día no invita a estar a la intemperie sino al abrigo. Para no enfriarme me cambio de ropa ya que llevo un sudor frío que me está helando. Con la ropa seca y bien arropado, el almuerzo en la plaza es más agradable. 
Palacio de Valdés-Salas
Mientras recupero fuerzas puedo admirar la Colegiata Santa María la Mayor y el Palacio de los Valdés-Salas. Después del avituallamiento y levantar un poco el ánimo que lo llevo como el día, gris, continúo la etapa. El ánimo lo llevo bajo porque uno de los objetivos que tenía en mente era recorrer la enigmática y apasionante Ruta de los Hospitales, y en estos momentos lo veo complicado. No porque esté flojo de fuerzas, aunque tampoco voy muy sobrado, sino porque lo nuboso del día, acompañada en muchos momentos por niebla, me persuaden de tomar esa variante, de momento.
Se abandona Salas por un entorno muy bonito rodeados de bosque aunque el camino va cuesta arriba, algunos tramos realmente duros, hasta llegar a Porciles, donde pasamos de ir todo el rato ascendiendo, a encontrarnos con un terreno rompepiernas con continúas subidas y bajadas, hasta llegar a Tineo. No llego a entrar propiamente en Tineo sino que paso por su parte superior y me encuentro una zona de gran belleza. A estas alturas, el día ha comenzado a levantar y el sol me hace ir con más alegría. Circularemos un buen rato por un camino a media ladera rodeados de un bonito bosque y donde uno se olvida de lo duro que es avanzar, a pesar de ir cuesta arriba, y sólo puede disfrutar del espectáculo que le rodea hasta llegar prácticamente a Piedratecha. 

Una vez hemos hecho cumbre tenemos por delante 6 Km de cómodo descenso por carretera hasta Campiello. Aquí hago parada y fonda para comer un menú en condiciones y meditar si tomar la variante de Hospitales, como inicialmente tenía previsto hacer, y que ahora que el sol brilla en el cielo se antoja la opción más viable.
Tras la copiosa comida, poco después de Borres, se toma definitivamente el desvío que nos lleva hacia Hospitales. En un principio, a pesar de que los desniveles empiezan a ser grandes, consigo aguantar sobre la bici haciendo un esfuerzo descomunal. Nos esperan 6 Km hasta hacer cumbre en el lugar donde antiguamente se ubicaba el Hospital de Fonfaraón. No obstante, cuando apenas llevaré uno o dos kilómetros de ascenso, a la pendiente se le suma un camino complicado, por decirlo suavemente, que me hace bajar de la bici y comenzar a empujar, no sin antes haber hecho un pequeño descanso para tomar aire. A mitad del ascenso encuentro una zona menos exigente y puedo subirme nuevamente sobre la bici llegando a las ruinas del Hospital de Paradiella donde paro a contemplar el entorno y hacer alguna foto. 
Ruinas del Hospital de Paradiella

Mientras estoy detenido momentáneamente soy testigo de un espectáculo igualmente bonito y preocupante. Se trata de ver como sube la niebla a toda velocidad por la vertiente norte y va cayendo por la vertiente sur. Es un fenómeno muy bonito de ver, pero teniendo en cuenta que voy sólo y no sé exactamente cuanto me queda de superar de este tramo, el hecho de que se me eche la niebla encima me acojona un poco y salgo todo lo rápido que puedo.
Conforme me iba acercando a las ruinas estaba viendo dos caminos para continuar, dando por hecho que sólo debía haber una salida, el inferior, puesto que el superior era un auténtico camino de cabras imposible de seguir incluso yendo caminando. Cual fue mi sorpresa cuando al dejar atrás Paradiella las flechas amarillas me conducen irremisiblemente al camino imposible.
Llegando al Hospital de Paradiella

Pues no queda otro remedio que descabalgar y arrastrar la bici. Pienso que no parece un tramo tan largo y empujar la bici unos metros tampoco me puede llevar mucho tiempo, aunque seguro que un poco de esfuerzo si. Bueno, pues de todos estos pensamientos lo único que acabó siendo cierto fue que no era un tramo tan largo, lo duro son unos 500 m. Y es que no es que haya que empujar la bici por una cuesta empinada, lo que hay que hacer es cargar con la bici por un pedregal donde más que andar casi hay que escalar. Para hacerse una idea de la dureza de este tramo, me lleva más de media hora superar estos escasos 500 m. Todavía, más de 6 meses después, tengo marcado en mi mente cada escalón que iba superando y el descomunal esfuerzo que me llevó superar esta cuesta. Y como además se estaba empezando a echar la niebla todavía sentía mayor impotencia al avanzar tan lentamente cuando lo que en realidad quería era salir rápidamente.
La verdad que cuando me eché a hacer este Camino nunca tuve la convicción de que iba a poder llegar a Santiago. Di por hecho que me quedaría en Oviedo, así que como no creía que llegaría a la ruta de Hospitales no presté mucha atención a la distancia que era, y no se por qué, tenía en mente que eran unos 30 Km y por eso fui un poco desesperado para no perderme con la niebla que ya estaba la tarde bastante avanzada.
Ruinas del Hopital de Fonfaraón

Al acabar este calvario llego a las ruinas del Hospital de Fonfaraón donde pude contemplar unas espectaculares vistas, ya que la niebla aparecía y desaparecía. 

Ya daba por hecho que no iba a ser fácil continuar a pesar de haber hecho cumbre, pero no contaba con que tendría que seguir arrastrando la bici porque en muchos tramos era imposible pedalear. En toda la variante de Hospitales calculo que sólo la mitad es ciclable. 

No obstante, la paz, tranquilidad y sosiego que se respiran en este entorno son realmente inmensos. El silencio sólo lo rompen los animales que pacen en las alturas ya que no me encontré con nadie en toda esta ruta.

A pesar del acojone inicial parece que la niebla no quiere echarse del todo encima, de momento, y simplemente sube por una vertiente y baja por la otra haciendo un lugar todavía más mágico. 
Por fin veo a lo lejos una carretera que serpentea por la ladera, así que intuyo que el final de esta variante está llegando a su fin. Me llevo la sorpresa, al pisar la carretera, de que no se trata del Puerto del Palo, por lo que tengo que seguir circulando todavía por las cumbres. Estoy un poco perdido porque no recuerdo la longitud de esta variante, lo cual me intranquiliza un poco. Y además se continúa en ascenso, lo cual por estas latitudes casi te garantiza el tener que bajarte de la bici. Un par de kilómetros más tarde, y tras haber esquivado unas cuantas vacas, por suerte tranquilas y apacibles, que iban apareciendo entre la niebla, llego por fin al Puerto del Palo cuando son ya más de las 6 de la tarde.

A modo de resumen, la variante de Hospitales son algo así como 13 kilómetros y 650 m de desnivel acumulado, los cuales me han llevado unas dos horas y media. No se si recomendaría el paso o no, pero si que tengo que decir que quien lo vaya a hacer tiene que estar convencido y saber donde se va a meter.
Como este tramo me ha hecho perder la noción del tiempo ya no se ni lo que me queda por delante para terminar la etapa. Si que sé, porque me lo indica el GPS, que me restan algo menos de 30 Km pero prefiero no mirar el perfil de lo que me queda e ir descubriendo lo que me encuentro a cada pedalada. Y entiendo que gran parte de estos kilómetros tienen que ser en descenso por lo que debería haber superado ya las dificultades de la jornada. Que infeliz era el ingenuo!!
Lo primero que veo es que tengo que descender el Puerto del Palo así que todo pinta bien. Cuando voy a coger el trazado del Camino veo que el descenso es muy complicado, por decirlo suavemente, así que opto por seguir por carretera y así poder relajarme del estrés que me ha provocado la niebla.
Bajada oficial del Puerto del Palo

El rápido descenso dura poco y resulta que me encuentro continuos falsos llanos y subidas que van minando las pocas fuerzas que me quedan, pasando por Beducedo y llegando a la Mesa. 
Tras pasar La Mesa me topo inesperadamente de narices con un muro que va a suponer la puntilla para mis fuerzas. Jamás me había encontrado un tramo asfaltado con semejante desnivel, y que me obligara a bajarme de la bici y tener que empujarla. Realmente son solo un kilómetro y medio de ascenso pero se me hace muy duro, seguramente también por las pocas fuerzas que me quedan. Intento zigzagear aprovechando todo el ancho de la carretera pero finalmente no me queda otro remedio que bajarme.
Tras superar el corto pero brutal ascenso uno se encuentra con un impresionante y largo descenso hasta el Embalse de Salime, un tramo que salva algo más de 800 m de desnivel. Si tras enfrentarme a la subida de La Mesa tenía claro que había que evitar este tramo y continuar por la carretera del Puerto del Palo hasta el Embalse, después de haber hecho el descenso por el Camino, igual bien merece la pena el esfuerzo.
Bajada al Embalse de Salime

Y es que este descenso bien merece un capitulo aparte. Al principio el sendero, más que propiamente un camino, está roto, aunque se puede decir que se baja relativamente tranquilo. Pero enseguida la pendiente es tal que cuesta controlar la bicicleta y la fuerza que hay que hacer para frenarla es tan grande que tengo que parar dos o tres veces para descansar las manos. Había leído que este descenso desgastaba los frenos, y aunque me costaba creerlo, cambié las pastillas de los frenos justo antes de emprender el Camino por precaución. Ahora compruebo al llegar abajo que los frenos han acabado tan justos como yo, así que es más que recomendable ir bien de frenos.
Bajada al Embalse de Salime

Hay que tener especial cuidado en el tramo final cuando el sendero se estrecha, aumenta la pendiente y se enlazan varias curvas muy cerradas.
Embalse de Salime
Por fin, después de sufrir y disfrutar de la bajada a partes iguales, se llega al espectacular embalse. Llaman la atención los viejos edificios fantasmagóricos anclados en la ladera de gran pendiente, vestigios de las enormes infraestructuras que fueron necesarias en la construcción de la presa y que costó la vida de más de 100 personas.
Una vez en la carretera AS-14, cruzamos la presa, y nos quedan 6 Km de ascenso para llegar a Grandas de Salime. Terminando el descenso he perdido presión de aire de la rueda trasera. Ya me pasó el otro día y simplemente tuve que volver a hincharla sin que fuera a más. He llegado a la presa exhausto y soy reacio a pararme porque no se si me quedarán fuerzas para retomar el camino así que de momento sigo poco a poco. Apenas avanzo, el ascenso se me está haciendo durísimo, no porque lo sea, sino porque no me queda energía. Ya no puedo más, y aunque es tarde y me empieza a urgir llegar a Grandas, me veo obligado a parar, reponer fuerzas y tratar de hinchar la rueda, en el Hotel Las Grandas con vistas al embalse y a 5 Km de Grandas.
Reflexiono sobre la posibilidad de hacer aquí mi fin de etapa ya que estoy muy cansado pero me cuesta dar mi brazo a torcer y me autoconvenzo para continuar. Tras un breve respiro y tres aquarius me dispongo a hinchar la rueda pero la bomba parece no funcionar bien por lo que apenas logro aumentar la presión.
Me dicen que en Grandas hay gasolinera así que bien a la llegada o mañana a la partida trataré de hinchar la rueda si no es que está pinchada. 
Grandas de Salime

Los 5 Km que recorro hasta llegar a Grandas son una lucha contra la carretera y contra mi mismo. Se me hacen largísimos pero por fin llego cuando casi son ya las 10 de la noche. Tengo la suerte de no tardar en encontrar albergue ya que la primera persona que me encuentro y que le pregunto, resulta ser el hospitalero, que me acompaña y me da alojamiento. Resulta que el hospitalero es también un apasionado de la botánica, cosa que se nota en el bonito albergue y el entorno que ha creado. Como el albergue es privado, y por cierto está muy bien, no tengo hora de cierre por lo que puedo ir a cenar después de darme una reconfortante ducha. Casi todos los peregrinos ya se encuentran descansando por lo que trato de ser todo lo silencioso que puedo. 
Mi compañero de litera también es bicigrino, el primero que me encuentro en el Camino Primitivo. Y departimos brevemente nuestras duras experiencias del día. 
La reparación de la bici la dejo para mañana. Me voy a cenar bien, que lo necesito, y a descansar, que todavía lo necesito más.

PD. He tenido que coger alguna foto de Internet porque las mías no salieron muy bien. Espero que nadie se moleste por ello.


 









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